Reflexión sobre Yom Kippur
Hay un día en Jerusalén en el que el tiempo parece detenerse. No circulan vehículos por las carreteras; el aeropuerto, las tiendas y los restaurantes cierran, y la ciudad, habitualmente bulliciosa y abarrotada, está en silencio. Si usted caminara con nuestros estudiantes por las calles vacías junto a los grandes muros de piedra de la Ciudad Vieja y la Torre de David, le sorprendería el silencio de este día, reservado para reflexionar sobre el pecado y el perdón, para reconciliarse con los demás y con Dios. Es Yom Kippur, el Día de la Expiación, considerado el más sagrado de todos los días bíblicos hebreos (Levítico 23:26-29).
Aprendemos juntos de los símbolos y mandamientos para este día de Dios, el Maestro Narrador, que revela poderosamente Su carácter y nuestra redención a través de Yeshua.
El Sumo Sacerdote y el Propiciatorio
Yom Kippur era el único día del año para entrar en el Lugar Santísimo -la cámara más sagrada del Templo que guardaba el Arca de la Alianza- y sólo por el Sumo Sacerdote, cuya función principal era la intercesión, una oración constante en nombre del pueblo.
Detrás del velo, dentro del Lugar Santísimo, estaba el Arca de la Alianza (que contenía las tablas de los Diez Mandamientos) y el "Propiciatorio" (donde residía la Gloria del Señor). El nombre hebreo del propiciatorio es 'Kaporet' {כפורת} ('cubrir') de la raíz 'K-P-R' {כ-פ-ר} ('cubrir'). Sobre el propiciatorio, el Sumo Sacerdote rociaba la sangre del sacrificio, que literalmente cubría y expiaba el pecado.
El propiciatorio era un lugar de reconciliación entre Dios y su pueblo mediante el perdón de los pecados. Y el propiciatorio estaba sobre las tablas de la ley. El mensaje de estos dos símbolos es profundo, pues comunican que Dios es un dios cuyo carácter es plenamente tanto verdad como gracia, tanto justicia como misericordia. De hecho, como el discípulo, Santiago comunicó en una fecha muy posterior, "la misericordia triunfa sobre el juicio" (Santiago 2:13).
Sabemos que quien se convirtió en nuestra expiación mediante el sacrificio es Yeshua (Jesús), el Gran Sumo Sacerdote (Romanos 3:25). Él es nuestra cobertura y nuestro escudo, la misericordia triunfante sobre el juicio.
Mientras trabajamos juntos para traducir y compartir con todo el mundo la historia de la redención de Dios, reflexionemos y adoremos juntos a través de esta hermosa canción hebrea, Rachamim Avakesh- Pido Misericordia.
Pido clemencia
Vengo a elevar una plegaria
En nombre de mi pueblo
Mi corazón es como agua dentro de mí
Alzo mi voz al Dios vivo que me ve
Una oración de misericordia en mi boca
Piedad, pido, por tu nombre
Por Tu nombre, misericordia, te pido
Gracias por compartir la Palabra,
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